Taneda Santôka
Todas sabemos que la poesía
requiere un acto previo de vaciamiento, al menos en la forma de abordar un
poema, ya sea escrito o leído, creo que casi todo en la vida, pongo como
ejemplo el amor, pero en la poesía es condición indispensable, esto a pesar del
riesgo de no encontrar nada que lo llene, sigo poniendo el ejemplo del amor.
Este ejercicio se
hace aún más que necesario cuando tratamos con poéticas más lejanas, ya sea en
el tiempo como en el espacio, este es el caso de Taneda Santôka, a quién mi
compañera, amiga y poeta Clara Gigantes, me presentó este verano y que yo a su
vez quiero recomendaros con el mismo cariño con que me fue a mí revelado. Se
trata de unos Haikus de muy hermosa facturación, poesía orgánica, poesía positiva, una poesía dulce en un vaso de sake. Ejemplo de ello estos poemas que espero disfrutéis como yo lo he hecho.
Desnudos,
La conversación se anima
Mi cuenco de mendigar
Acepta hojas caídas
Vendo mis harapos
Y compro algo de sake
¿Habrá soledad todavía?
Libélula,
Estoy en pelotas,
A ver dónde vas a posarte…
Borracho,
durmiendo entre grillos
En el agua hay un reflejo
Es alguien que va de viaje
La sensación de que algo
falta…
Caen las hojas
No tengo dinero, no tengo
sosas,
No tengo dientes…
Estoy completamente solo
Mi pueblo natal
En medio de la lluvia
Caminando descalzo
De acá para allá,
libre como el viento,
saborear el agua
A la mitad de la vida
a la mitad de la muerte
la nieve sin cesar
La
camelia en el suelo
Ha
vaciado de ayer
el
aguacero
Llueve con sentimiento,
y yo recojo el agua
Calado hasta el tuétano,
ya me puedo quitar
el sombrero de bambú
Cae la lluvia
Y, tal como cae, me moja
Ando expuesto