martes, 28 de agosto de 2012

Taneda Santôka.



Taneda Santôka 

Todas sabemos que la poesía requiere un acto previo de vaciamiento, al menos en la forma de abordar un poema, ya sea escrito o leído, creo que casi todo en la vida, pongo como ejemplo el amor, pero en la poesía es condición indispensable, esto a pesar del riesgo de no encontrar nada que lo llene, sigo poniendo el ejemplo del amor.
Este ejercicio se hace aún más que necesario cuando tratamos con poéticas más lejanas, ya sea en el tiempo como en el espacio, este es el caso de Taneda Santôka, a quién mi compañera, amiga y poeta Clara Gigantes, me presentó este verano y que yo a su vez quiero recomendaros con el mismo cariño con que me fue a mí revelado. Se trata de unos Haikus de muy hermosa facturación, poesía orgánica, poesía positiva, una poesía dulce en un vaso de sake. Ejemplo de ello estos poemas que espero disfrutéis como yo lo he hecho.




Desnudos,
La conversación se anima


Mi cuenco de mendigar

Acepta hojas caídas



Vendo mis harapos
Y compro algo de sake
¿Habrá soledad todavía?



Libélula,
Estoy en pelotas,
A ver dónde vas a posarte…


Borracho,
durmiendo entre grillos



En el agua hay un reflejo
Es alguien que va de viaje


La sensación de que algo falta…
Caen las hojas


No tengo dinero, no tengo sosas,
No tengo dientes…
Estoy completamente solo



Mi pueblo natal

En medio de la lluvia
Caminando descalzo


De acá para allá,
libre como el viento,
saborear el agua


A la mitad de la vida
a la mitad de la muerte
la nieve sin cesar 



La camelia en el suelo
Ha vaciado de ayer
el aguacero


Llueve con sentimiento,
y yo recojo el agua


Calado hasta el tuétano,
ya me puedo quitar
el sombrero de bambú


Cae la lluvia
Y, tal como cae, me moja
Ando expuesto