jueves, 15 de agosto de 2013

DANIIL JARMS


DANIIL JARMS


Jarms conseguía hacer un retrato grotesco con tintes esperpénticos de la sociedad soviética. No es de extrañar que no fuese valorado en vida y que mal viviese publicando cuentos infantiles publicados en revistas y no es menos de extrañar que finalmente fuese declarado enemigo del Soviet. Jarms no vería publicadas sus historias breves en vida y, a causa de sus textos y de la falta del sentido del humor de las autoridades soviéticas, sería arrestado en varias ocasiones hasta que finalmente fue enviado a la prisión de Leningrado Nº1, donde murió de inanición en agosto de 1942.
Como muestra estos cuatro relatos que he seleccionado.
Espero os divirtáis tanto como yo lo he hecho.


David Efe


CARTA A A. I. VVEDENSKI

Querido Alekasandr Ivánovich:
He oído decir que estás ahorrando dinero, y que ya has ahorrado treinta y cinco mil. ¿Con qué fin? ¿Para qué quieres ahorrar ese dinero? ¿por qué no compartes lo que posees con aquellos que ni siquiera tienen unos pantalones de sobra? Al final y al cabo, ¿qué es el dinero? Yo he estudiado esa cuestión. Tengo fotografías de los billetes de las denominaciones más comunes: de un rublo, de tres, de cuatro y hasta de cinco rublos de valor. ¡He oído decir que hay billetes cuyo valor asciende a treinta rublos! Ahora bien, ahórralos, ¿para qué? Yo no soy ningún coleccionista, esa gente que reúne sellos, plumillas, botones, relojes de bolsillo y demás. Es gente estúpida, obtusa y supersticiosa. Sé, por ejemplo, que los llamados «numismáticos» se dedican a acumular monedas y tienen la costumbre supersticiosa de ponerlas… ¿dónde dirías?… No en una mesa, ni en una caja, sino… ¡en libros! ¿qué te parece? Pensar que ese dinero podrían cogerlo y llevarlo a una tienda a cambiarlo, no sé, por sopa (un tipo de alimento) o por un mújol en salsa (otra especie de comida).
No, Alekasandr Ivánovich, tú eras una persona casi tan despierta como yo, y resulta que ahorras dinero en vez de canjearlo por otra serie de cosas. ¡Perdóname, querido Alekasandr Ivánovich, pero eso no es nada sensato! Sencillamente, te has atontado viviendo en provincias. Seguro que no tienes ni con quien hablar. Te mando mi retrato para que al menos puedas tener delante una cara razonable, cultivada, inteligente y atractiva.

Tu amigo Daniil Jarms.
Finales de los años 30.


CUATRO EJEMPLOS DE CÓMO UNA IDEA NUEVA IMPACTA EN UNA PERSONA NO PREPARADA PARA ELLO.

I
ESCRITOR: ¡Soy un escritor!
LECTOR: Pero, a mi juicio, eres mierda de caballo.
(El escritor permanece unos minutos impactado por esta nueva idea, después cae muerto. Se lo llevan)

II
ARTISTA: ¡Soy un artista!
OBRERO: Pero, a mi juicio, eres mierda de caballo.
(El artista como una hoja empalidece;
acto seguido, fallece
y se lo llevan antes de que den las trece.)

III
COMPOSITOR: ¡Soy un compositor!
VANYA RUBLYOV: Pero, a mi juicio, eres mierda de caballo.
(Respirando pesadamente, el compositor se desmaya. Se lo llevan.)

IV
QUIMICO: ¡Soy un químico!
FISICO: Pero, a mi juicio, eres mierda de caballo.
(Sin pronunciar una sola palabra, el químico cae pesadamente al suelo).
13 de abril de 1933.



ANCIANAS QUE CAEN

Debido a su excesiva curiosidad, una anciana cayó de su ventana y se estrelló contra el suelo.

Otra anciana se acercó a su ventana y miró a la que se había estrellado, pero debido a su excesiva curiosidad también se cayó y quedó estampada sobre el suelo.

Fue entonces que una tercera anciana cayó de su ventana; y luego una cuarta; y después, una quinta.

Cuando la sexta anciana cayó de su ventana yo me aburrí de haber estado viéndolas y me fui al Mercado Maltsev donde dije: “¿Hay alguien que le regale un mantón a este pobre ciego?”


CUADERNO AZUL NÚMERO 2


Había un hombre pelirrojo que no tenía ojos ni orejas. Ni siquiera tenía cabello, así es de que eso de que era pelirrojo es un decir.
No podía hablar porque no tenía boca. Tampoco tenía nariz.
Ni siquiera tenía brazos ni piernas. Tampoco tenía estómago ni espalda ni espina dorsal ni intestinos de ningún tipo. De hecho, no tenía nada. De modo que es muy difícil entender de quién estamos hablando.

Tal vez sea mejor ya no hablar nada más de él. 


 
Daniil Jarms 
“Me llaman Capuchino” 
editado el año pasado por 
Automática Editorial.