miércoles, 11 de mayo de 2016

Fuga en sol (Cuadernos del hedonista LVR) David Efe





FUGA EN SOL





Primero apuro la cerveza
mientras observo como exhalas el humo,
ajena,
como si no fueras tú quien lo hace,
y yo me quedo en ese instante para recorrerte,
para recorrerlo,
y no quisiera hablar,
ni tampoco quisiera que tú lo hicieses,
al menos no ahora,
solo mirarte,
recorrerte,
esto me hace sentir muy bien dentro del mundo,
hace que el ruido del televisor del bar no llegue siquiera a rozar mis oídos, el camarero busca cambio mientras guarda los billetes en el fondo de la caja registradora,
y yo, ahora, imagino que estás desnuda,
y me muerdo el labio,
involuntariamente,
y tú me miras y sonríes,
y pareces muy borracha,
y pareces muy feliz,
y me miras desde muy dentro del mundo,
y lo haces desde muy dentro de tu espacio,
pero también desde muy fuera,
yo sonrío,
y supongo que parezco muy borracho,
y supongo que parezco muy feliz,
quiero follar contigo,
me dices justo antes de estrellar la colilla de tu cigarro contra el suelo,
y lo has dicho clavando tus ojos muy dentro de los míos,
mirando un lugar que no sabía que pudieras ver,
y yo sostengo tu mirada,
y me quedo inmóvil,
alargo intencionadamente el silencio porque me da mucho gusto hacerlo, tal vez, solo, porque no quiero que acabe nunca,
y las mandíbulas me rechinan,
un poco de frío,
el mundo en todas direcciones,
y caminamos por la acera del sol,
y el sol es tan extraño,
y es tan hermoso,
absolutamente incomprensible,
y una mujer empuja una maleta de ruedas subida a unos altísimos zapatos de tacón,
y te agarro de la cintura,
por detrás,
y camino unos metros con los ojos muy cerrados,
y no tengo ningún miedo a caerme,
el sol en mi cara,
y luego los abro,
y aparto el pelo de tu cuello,
y las luces parecen estrellarse en un destello de claridad irrepetible
que quisiera que se repitiera siempre,
y atravesamos tres calles completas,
con sus viandantes,
y la policía,
y yo no quiero disimular la felicidad que me da agarrarte de la mano,
y es que nadie parece darse cuenta,
solo tú y yo,
apretamos las mandíbulas y el paso,
lo intentamos,
urgencia por llegar,
y un poco de frío por no hacerlo,
y no se lo diré a nadie,
solo tú lo sabes,
o pareces saberlo,
o al menos quiero que lo sepas,
y justo cuando más sed tengo,
justo cuando la sed se hace absolutamente insoportable
tú abres la puerta de tu casa,
te quitas los zapatos aceleradamente,
y corres hacia la nevera para volver con dos latas de cerveza,
muy frías,
heladas,
perfectas,
y yo me río,
y ya no tengo frío,
y miro tus pies descalzos,
y me dan muchas ganas de quererte,
y también de follarte,
y te digo que te adoro porque te adoro,
o porque, tal vez, quiero que lo sepas,
y te quito la ropa muy despacio,
como, si acaso, dispusiera de todo el tiempo del mundo para hacerlo,
y éste es el momento,
el mejor momento,
y lo sé,
y me río porque lo sé,
o porque no tengo ninguna prisa por saberlo,
o porque no quiero dejar de saberlo,
y ya no hay silencio en el silencio,
y tú me miras desde dentro de una preciosa sonrisa,
y pareces muy borracha,
y pareces muy feliz,
o al menos creo que eres muy feliz,
y un temblor recorre tu cuerpo
y eriza tu piel,
y enciendes otro cigarrillo porque, tal vez, quieres alargar este momento, y te encanta mirar como te miro,
y a mí me gusta que te guste como te miro,
un rubor,
te veo,
te recorro,
y es en este punto en cual normalmente el tiempo comienza a zumbar,
a dibujar interferencias,
y yo solo quiero estar dentro de ti,
y estoy dentro de ti,
aún por fuera de ti,
y tras cien espasmos un alarido,
una explosión de luz,
y estoy muy dentro,
o tal vez no,
o tal vez seas tú la que estés dentro de mí,
o fuera,

o todo a la mismísima vez,
o tal vez no exista un afuera ni un adentro ya que todo esto bien pudiera ser el comienzo de una fusión termofísica,
o tal vez no exista ninguna otra cosa más que estar afuera y adentro al mismo tiempo,
sin decepción,
y yo no puedo hacer otra cosa más que ser tú y ser yo al mismo tiempo, y me siento muy feliz al hacerlo,
tan feliz que tengo ganas de llorar cuando te corres,
o tal vez sea yo quien se corre,
y es que no sé si estoy llorando yo,
o si acaso eres tú quien llora,
porque de alguna manera todo esto es maravilloso,
y la vida también lo es,
y parece no saberlo nadie más que tú y que yo,
o tal vez sí,
o puede que no,
y por un tiempo el tiempo no existe,
ni tampoco existe ninguna otra cosa fuera de él,
y luego las fuerzas se desvanecen ante esa luz que se ha formado
justo cuando nuestros cuerpos se han tocado,
y esa luz permanece derramada,
alrededor,
por todas partes,
en todas direcciones,

llenándolo                todo
                       de sentido. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario